miércoles, diciembre 20, 2006

A por Goliat


Cuando la vida no vale nada, la promesa de un paraíso donde descansar eternamente es serpiente tentadora que sisea con sus ojos hipnotizantes frente al rostro malogrado por la intemperie. Cuando las opciones huyen del rocío, del aroma fresco del jazmín y el calor reconfortante del hogar seguro y se obcecan en tragar el polvo seco de los escombros y en paladear el amargor salado de las lagrimas, el animal que hiberna en el fondo de nuestra oscura cueva se despierta en un agresivo gesto reflejo de desesperada defensa, sepultando bajo una losa de frío granito el frágil espíritu humano. Cuando el vendedor de certeza bendice reediciones de bolsillo que se alzan al cielo como parabólicas sagradas que radian la doctrina del supremo, y en su nombre se promueven cruzadas e intifadas, la impotencia se convierte en grieta por donde se introduce el viscoso verbo bifido que anula la voluntad del caballero y lo transforma en peón listo para ser sacrificado. Cuando la infancia construye juguetes con casquillos y restos de obuses, correteando entre el desvencijado paraje ocre que extiende tras de si el caos del fuego cruzado, la fruta inmadura se corrompe avinagrándose su jugo, perdiéndose su semilla en un paraje árido e inerte. Cuando el propio aliento descarnado es maldecido y repudiado pues se siente como yugo que las Parcas enrollan como soga al cuello que ahoga, sesgar la vida que no se valora, se hace con cruel facilidad.

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