jueves, abril 20, 2006

Mi primera vez

Quizás no me lleve a ningún sitio esta decisión que acabo de tomar, o quizás por el contrario, sea una de esas acciones, que como la piedra, que en el estanque desencadena una onda, rompa con la monotonía, casi asfixiante, que se plantea como camino común al placido descanso que termina abotargando nuestros sentidos, sedando con falsas promesas de falsos deseos nuestras emociones; temerosas de los altos picos, en los electrocardiogramas.
Nunca me gusto sufrir, claro. Pero he de aceptar que tanto los buenos como los malos momentos son los que nos forman como personas; y fue en los malos, en los peores, donde pude ver que es todo tan relativo que realmente da miedo y a la vez es todo tan sencillo que la felicidad nunca estuvo tan al alcance de nuestra mano como hoy. Andamos siempre paseando sobre una delgada línea con cientos de bifurcaciones, pues no es recto nuestro camino, aunque si es recto el tiempo por el que nos desplazamos, por eso, aunque a veces pensamos que hay tiempo para todo y que las oportunidades perdidas se pueden recuperar, eso no es del todo cierto.
Podremos hacer aquello que queramos, (querer es poder, estoy de acuerdo) pero no será lo mismo ni nos dará las mismas experiencias, en función del periodo de nuestra vida en el que lo hagamos. Y aunque es duro perder el traje de superman que nos otorga la despreocupación de la juventud, todo es finito, y al aceptar esto, la futilidad de todo lo que nos rodea nos hace poseedores del mayor tesoro que nunca nos podrá ofrecer el paso por este planeta. Uno mismo. Pues es lo único que realmente poseerás, lo único que te acompañara en el tiempo que te toque permanecer consciente, perceptivo, vivo.
Lo demás, depende de tantos factores incontrolables que siempre me ha costado creer en el destino. En parte por la rudeza que adquiere a veces y en parte por el simple hecho de que si todo tiene un porque, si todo es un fluir de la relación causa / efecto, también son innumerables los factores que están bajo nuestro control, tanto consciente como inconscientemente, aunque quizás aquí sea donde perdamos todas nuestras partidas contra ese tal destino. Pues hoy, aquí, lo reto; exijo una satisfacción. Quizás dejar de hablar de el seria lo mejor, pues me siento como el ateo que día a día argumenta contra Dios.
Estuve esperando encontrar el secreto del éxito, la lámpara maravillosa que hiciese mis deseos realidad, y para mi pesar puedo confesaros que lo encontré. Si, leísteis bien, para mi pesar, pues ahora estoy seguro que la única manera de alcanzar las metas y sueños que tanto deseamos es el trabajo duro. Ni yo mismo puedo creerme que escriba estas palabras, pero es cierto. Y no es fácil para un sureño reconocer esto, yo que siempre abogue por la ley del mínimo esfuerzo (una de mis favoritas) a la que también considero culpable, en parte, del progreso de la humanidad, a pesar de que parezca un poco contradictorio.
Ahora al borde de la ataraxia, he de confesaros que no me puedo quejar, que soy feliz, (al menos por el momento. Toquemos madera) y que después de haber pasado por muchos estadios a lo largo de mí (aun puedo decirlo) joven existencia. Me encuentro preparado, incluso me apetece compartir todo aquello que al menos a mí me sirvió para salir adelante en los peores momentos, cuando se siente que todo esta perdido y nada importa. Compartir también aquello que me ayudo a ensalzar los buenos momentos. Compartir al fin y al cabo, que es una de las cosas buenas de la vida, y que nos saca de ese ostracismo intrínseco al que muchas veces nos auto condenamos.
Espero que este experimento que ahora comienzo, llegue a buen puerto.
Espero que no me flaquee la ilusión con la que doy comienzo a este blog.
Y espero que las paginas engrosen no solo con mis aportaciones, sino con las de todos los que deseen ayudar en la búsqueda de ese algo que nadie sabe lo que es.

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