lunes, julio 10, 2006

En la playa de Bolonia.


Llegaron como las náyades, traídas por la corriente de los frescos ríos que desembocan en un mar agitado por el levante, que templa el agua atlántica con la salvia del mediterráneo. La ultima vez que las vimos danzaban en las hayedas verdes que como un manto viviente se derraman por las laderas de los pirineos, allá en el norte.
Vinieron en una furgoneta tuneada hasta convertirla en el hogar que te da cobijo vayas donde vayas, el hogar que tiene como jardín los prados verdes del camino, que tiene como dirección la calle melancolía, el hogar cuyo salón apunta siempre al horizonte saludando a los amaneceres dorados y los crepúsculos púrpuras, que lo adornan como el cuadro mas bello del maestro mas admirado.
Y así reunidas en Estepona después de un largo periodo de ausencia, las tres musas decidieron partir y plantar la casa allí donde el espíritu halla la paz nada mas pisar el dorado de la finísima arena cribada por el viento, allá donde el bautismo purifica con el agua clara y salada del atlántico que deja pasar los cálidos rayos de un sol que ilumina un fondo nacarado, un sol que se refleja en una orilla erizada por la eterna caricia que Eolo regala en Bolonia a la playa de sus sueños.
Como marineros hechizados por los cantos de las sirenas, dejamos atrás el folklore de unas fiestas municipales nubladas por el alcohol, solo aguantamos un amanecer más sabiendo que por fin, las sílfides volvían a bailar bajo la luna creciente que este fin de semana iluminaba las dunas en su lento avanzar. Sucumbimos a la sencillez de la felicidad en Bolonia, donde solo hay que dejarse llevar; y allí llegamos, aparcando nuestro auto a escasos metros de las ruinas de lo que en otro tiempo fueron las fabricas de Garum, que hizo famosa a la ciudad de Baelo Claudia en todo el mediterráneo.
Después buscamos el fresco beso del mar y nos zambullimos dejando a las olas mecernos libres, y corrimos libres, y reímos libres y libres respiramos el aroma especiado del pinar que duerme bajo las dunas, junto a las dunas y coronando estas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esas playas gaditanas que engendraron el amor... preciosas, cercanas, vivas, misteriosas.
Gracias por los recuerdos :)